domingo, 13 de noviembre de 2011

Los Explosivos

"séptima entrada, versión final"


Hoy es un día muy nostálgico para mi, porque es cumpleaños de mi madre y no podré ni siquiera darle un beso de regalo, ni un abrazo por ser un día especial. Las situaciones que estamos viviendo son cada vez más complicadas. A diario, los soldados Nazis traen estudiantes a estas zonas. He podido conversar con algunos de ellos y son de otros estados de la republica mexicana. Me dijeron que han invadido muchas poblaciones de este país, han matado a muchos mexicanos y nadie ha podido hacer nada en contra de los Nazis.

Yo les dije que a todos los estudiantes y a las personas con más estudios y conocimientos nos han aislado en este lugar. Estamos vigilados por los soldados y somos fácilmente identificados por la marca que nos han puesto. Desde hace dos días nos hemos percatado de la construcción de un gran muro, cuyas características son: cuatro metros de altura y dos metros de ancho aproximadamente. Ahora sí nos tendrán completamente aislados. Antes podíamos ver personas a lo lejos y así sabíamos de la existencia de la población mexicana en este territorio, pero ahora nos taparán completamente el panorama. Tenemos que reaccionar en contra de los Nazis. 

A la mañana siguiente, me llevaron a los campos de cultivo, donde tengo que realizar las labores que me asignaron. No puedo concentrarme, porque estoy pensando en mi familia, quisiera que estuvieran conmigo en estos momentos tan difíciles.  Me he ganado la soledad. Todo por venir a buscar trabajo para poder pagar mis estudios. Tendré que controlar mi estado de ánimo, porque los soldados se han percatado de mi baja producción en la cosecha del campo de cultivo. Uno de ellos me ha lanzado una mirada retadora, porque me negué a llevar unas cajas al camión militar.


Después de terminar mi jornada laboral, el soldado fue a buscarme. Yo estaba adentro del camión militar que nos llevaría a nuestra comunidad, cuando se dio cuenta de mi estancia en el camión, le dijo a sus compañeros que me bajaran a golpes. Estos hicieron caso a sus órdenes. Yo quedé muy debilitado por la golpiza. 



El soldado me dio la indicación de que lo siguiera. Al ir caminando, no supe por qué motivo me llevaba y en ese instante empecé a recordar toda mi vida: los momentos malos y buenos, ratos de alegría que había vivido con mi familia y también a todas las personas que había conocido. Creo que estos pensamientos te llegan a la mente, cuando sabes que vas a morir. Repentinamente el militar me dice que me detenga, lo hice y me pidió que dijera mis últimas palabras, mientras él me apuntaba con un arma de tipo revolver. Le quitó el seguro a la pistola y …

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